miércoles, 27 de febrero de 2013

Historias de Nuestros Niños del Agua: Marta, Ona, Abril y su pequeñ@ herman@ del Agua

Existen mujeres admirables, con una capacidad de Amar y repartir cariño y Paz por el mundo infinitas. Estas mujeres, fuertes como montañas, sabias como el océano profundo y sensibles como la más suave de las flores, a pesar de tener que enfrentarse en sus vidas a pruebas durísimas y devastadoras, siempre sacan fuerzas de los rincones más recónditos de su alma, para seguir alumbrándonos con su Amor y su generosidad.
Elena Papiol es una de estas mujeres admirables cuya fortaleza debe servirnos de inspiración a todas. Ella es la Mamá de una niña a la que está criando con un Amor incondicional y de sus hermanitas del agua Marta, Ona, Abril y el pequeño bebé.
La huella de Amor infinito que Marta, Ona, Abril y el bebé del Agua han ido dejando en su familia, gracias a la generosidad de su valiente madre, se está expandiendo por todo el mundo, como una suave y fragante brisa que al rozarnos nos ilumina el alma.
Nuestros Niños del Agua, tras su breve paso y tras hacernos comprender que el Amor es eterno e infinito, nos transforman y, con su acción, conmueven y cambian a muchas personas.
Los Niños del Agua como Marta, Ona, Abril y su pequeñ@ herman@ del Agua podrán haberse marchado físicamente, pero ellos son eternos.
Gracias Elena por permitirnos publicar tus historias y por haberla querido compartir con nosotros.
Te envío todo mi cariño y admiración.
Ahora, os dejo con la Historia de Marta, Ona, Abril y su pequeñ@ herman@ del Agua


El 9 de abril 2008 de siete semanas y tres días tuve un aborto espontaneo, mi estrellita. Por suerte tras dos meses llego mi positivo con él mi bebe arco iris. Nació el 9 de marzo del 2009 mi única hija viva.

El 4 de enero del 2012 tenía revisión de mi embarazo a las 17 semanas. Nos ponemos con la ecografia y me dice hoy podremos saber el sexo del bebé, vaya esta de culo no vamos a verlo, y empieza a poner caras, y yo ya empecé a llorar, ya me lo temía me pregunto si había tenido perdidas de liquido. Al final me lo dijo las terribles palabras de no hay latido. Mi pequeña Marta nació el 5 de enero del 2012 a las 10:50, el mismo día que el cumpleaños de su papá.

Después con la autopsia nos enteramos que mi niña estaba perfecta pero su corazón parado. Así que me dijeron que no tenía porqué volver a pasar y que me podía quedar tras dos reglas. El 25 de marzo del 2012 anunciaba mi nuevo positivo y todo parecía que iba genial. Me tenían muy controlada me consideraban de riesgo. A las 12 semanas me dijeron que casi me confirmaban que era niña, una, y dije pues será Ona. A las 15 semanas nos dijeron que Ona se había marchado con Marta.

Me quisieron legrar pero me negué, me decidí por un manejo expectante. La verdad dentro del dolor de haber perdido a mi tercera hija fue maravilloso poder parirla en mi intimidad y a mi ritmo. Un 20 de junio nació Ona a las 6,20 de la mañana. Esa tarde me
fui hacer una ecografía para comprobar que no quedaran restos de placenta, no quedaban, lo que había era otra criatura dentro mío. Mi embarazo había sido gemelar y me estaba enterando ahí mismo, creí volverme loca. . Había otro bebé, otra criatura que era diferente a Ona, su cuerpo era más gordito, era más redondita, y se había ido de las mismas semanas que su hermana. Esta segunda criatura es mi pequeña Abril que nació el 23 de junio del 2012.

Pese a lo triste que es haberlas perdido estoy muy agradecida de que hayan existido. Mi familia es numerosa, tengo 4 hijas y una estrellita. Os quiero mucho pequeñas.


Hace pocos días Elena estrenó proyecto junto a otras Mamás y Papás del Agua. Se trata un blog dedicado a las pérdidas gestacionales y perinatales llamado “Mirar al Cielo”. Aquí os dejo el enlace a la Historia de Marta, Ona, Abril y su pequeñ@ herman@ del Agua.

http://miraralcielo.net/2013/02/25/una-estrellita-y-cuatro-hijas/

lunes, 18 de febrero de 2013

No somos culpables



El otro día, hablando con un amigo, por desgracia reciente Papá del Agua, me percaté de hasta qué punto unos de los sentimientos más intensos que compartimos todas las personas, madres y padres, que perdemos a nuestros bebés es el de la culpa.
Indefectiblemente, tras la marcha de nuestr@s hij@s, tod@s nos sentimos responsables de lo ocurrido y nos atormentamos con un sin fin de pensamientos nocivos.
Las madres, le damos miles de vueltas a cómo fue el embarazo: ¿qué comimos? ¿nos movimos demasiado? ¿nos afectó el trabajo? ¿no tomamos ácido fólico? ¿por qué corrí o bailé? ¿por qué me tomé una aspirina? ¿mis preocupaciones fueron las que afectaron al bebé? ¿mi cuerpo tiene algún problema?… Y así, podemos pasar días y días repasando minuto a minuto todo el tiempo que pasó desde la concepción hasta la pérdida.
Los padres, se sienten mal por no haber protegido a sus parejas, a sus hij@s, por no poder evitarle el dolor físico, por tener que irse a trabajar mientras su corazón está supurando dolor.
Cada madre, cada padre, se da a sí mism@ mil y una razones para culparse de lo ocurrido.
Además, la sociedad ciega al dolor y la muerte, ayuda a incrementar este sentimiento de culpa al negar nuestro dolor queriendo minimizarlo y ocultarlo. En películas, revistas, blogs, webs, grupos de apoyo, casi en exclusiva, se habla de embarazos “logrados” y de bebés sanos. Nos muestran preciosas fotos de lactancia, pañales, ropitas, juguetes, dicha, felicidad, y se oculta que la vida y la muerte andan parejas también en un embarazo y en una vida reciente.
Nosotr@s, que en tiempos nos recreamos ante la felicidad que traen pareja la maternidad y la paternidad, realmente estamos viviendo unas circunstancias diametralmente diferentes. Atónit@s, desgarrad@, derruid@s, nos sentimos abandonad@s, sol@s, no somos las madres y los padres felices de las fotos, somos unos seres humanos muy heridos en lo físico y en lo emocional, que además de estar sufriendo un dolor devastador, silencioso y silenciado, nos estamos enfrentando a una situación tabú de la que casi no hay información y a los sentimientos de agonía y fracaso que nos causa el haber perdido a nuestro amado y esperado bebé. Nos sentimos perdid@s, sol@s, desconcertad@s y muy culpables por ser tan diferentes, por no haber podido alcanzar lo que, aparentemente, tiene todo el mundo.
Y sin embargo, ninguno de nosotr@s somos culpables de lo que ocurrió.
No somos culpables de ser humanos y de no poder controlar los designios de la Naturaleza.
No somos culpables de ser madres y padres que se sienten destrozados, no sólo por la pérdida de nuestras ilusiones y de nuestros sueños, sino por la marcha de nuestros anhelados bebés.
No somos culpables de no poder controlar la realidad, al igual, no somos culpables de no poder controlar la Naturaleza, ni siquiera la que concierne a nuestro propio cuerpo, a nuestra reproducción y a los fallos cromosómicos y genéticos que puedan acontecer en la concepción de nuestros bebés.
La Realidad es dura, implacable y, sobre todo, una magnitud indomable e insondable. Cada uno de nosotr@s vivimos en nuestra propia realidad, en nuestro mundo, pero más allá de nosotr@s existe una Realidad mayúscula, sin disfraces, sin ambages. Una Realidad que no podemos modificar por más que nos duela y nos haga daño. Al igual que el volcán explota o el terremoto estalla y nos es imposible evitarlo, hay acontecimientos en nuestras vidas que escapan de nuestro control.
Si algo nos enseña pasar por la muerte de un/a hij@ es a ser humildes y a comprender que la vida y la muerte  son incontrolables, y no sólo las nuestras, sino, un hecho mucho más demoledor, también la de nuestr@s hij@s.
No somos culpables, simplemente, somos seres humanos que han vivido la peor desgracia que pueda vivirse en esta vida. Pero, por muy horrible que sea esta desgracia, las causas van más allá de nuestro control, y no podemos culparnos.
Pensamos que podemos controlarlo todo, pero debemos ser humildes y comprender que la Vida, la Naturaleza, la Realidad mayúscula siempre escaparán de nuestro control.

viernes, 8 de febrero de 2013

Niños del Agua: Nuevo Logotipo

Nuestros Amigos de Espíritu Artesano han tenido la amabilidad de diseñarnos un precioso logotipo para nuestro blog y nuestra página de Facebook.

En este sencillo, pero intenso dibujo, estos queridos amigos han querido transmitir todo el dolor y desgarro que supone para una mujer (por supuesto, también para un hombre) la pérdida de su amado bebé, el desvanecimiento de sus esperanzas, de sus ilusiones de futuro.

Cuando perdemos a nuestros bebés sufrimos intensamente, necesitamos visibilizar nuestra pena, necesitamos apoyo, información, comprensión, necesitamos poder llorar y hablar de nuestro dolor.

Los espacios de Niños del Agua, tanto los virtuales, como  el presencial, están pensados para vosotras madres que perdisteis (sin juicios, ni opiniones de cómo se produjo la pérdida), para vosotros padres que sentís la marcha de vuestros anhelados bebés, para l@s herman@s, para todo familiar que desee acompañar de forma respetuosa. Somos vuestro apoyo, el regazo que necesitáis, l@s amig@s que os acompañan y comprenden vuestro dolor.

Un abrazo de corazón a corazón,

Elena

Reunión presencial: el próximo 15 de febrero a las 17h en el Rincón de la Victoria, Málaga. Mas información Aquí.

sábado, 2 de febrero de 2013

Los padres también lloramos



Al hablar de pérdidas gestacionales, todos asociamos estas terribles vivencias al dolor físico y emocional de las mujeres que las sufren. No hay duda de que la madre es la que padece la marcha de su bebé de manera más dolorosa y la que experimenta con mayor intensidad, tanto física como emocionalmente, su pérdida. Sin embargo, también los padres, aunque se tienda a obviar este hecho, sufrimos un enorme desgarro interior por la pérdida de nuestro anhelado bebé. 

En más de una ocasión, me he encontrado con personas que me han comentado que los padres no pueden comprender o no sienten lo que significa perder a un bebé. No dudo de que esto pueda ser así en algún caso concreto, pero decir que los hombres no sentimos las pérdidas de nuestros bebés, me parece exagerado e irrespetuoso para con nosotros. 

Si bien es cierto que a los hombres, culturalmente, se nos educa para controlar las emociones y no dejarnos llevar por ellas (aún resulta frecuente escuchar aquello de “los niños no lloran” o “venga, tienes que ser un machote”), también es una realidad el hecho de que cada vez somos más los padres implicados en la crianza de nuestros hijos y que, para ello, procuramos conectar con nuestra “recuperada” parte emocional.
Si una pareja está unida, tanto la madre como el padre, comparten la alegría del embarazo, acuden a las revisiones, hacen planes de futuro, etc. La madre es la que tiene el papel importante, pero el padre ayuda, acompaña y, por supuesto, comparte la emoción de todo el proceso. 

Cuando un embarazo se interrumpe, es obvio que la madre es la que más sufre la pérdida del bebé que ha gestado dentro de ella, con el que ha compartido su cuerpo, vivencias e intensísimas emociones. Sin embargo, ante la pérdida, también el padre siente que algo se quiebra en su interior, que todas las esperanzas e ilusiones que ambos tenían como pareja se truncan y que las expectativas que él tenía de experimentar la paternidad se desvanecen. 

Además, al sufrimiento del padre también se le suma otro factor que le afecta particularmente: su pareja le necesita perentoriamente y él debe convertirse, a pesar de su propio dolor, en su mayor sostén y apoyarla en todo el terrible trance que ella está atravesando. Para la mayoría de los hombres es muy difícil mantener el delicado equilibrio entre el desgarro interior, el acompañamiento a su pareja y el sostenimiento de los demás hijos (si los hubiera).

Personalmente, uno de los peores recuerdos que tengo de la pesadilla (de la que nos vamos recuperando poco a poco) que vivimos con nuestra pequeña Luna fue cuando la doctora nos dio la fatal noticia. El impacto de descubrir que nuestra bebé no podía seguir viviendo fue desolador; fue como si se derribaran de un plumazo todas las ilusiones que nos habíamos construido como familia. Pero, unido a ese dolor, también era brutalmente desgarrador tener la certeza de que Elena, mi pareja, mi compañera de vida y la persona que más amo en este mundo junto a mis hijas, estaba viviendo el peor momento de su vida mientras yo no podía hacer nada por evitárselo. Para mí fue demoledor no poder aliviarle a Elena una pizca del sufrimiento que estaba sintiendo.

En el doloroso proceso de la interrupción y en los posteriores meses de duelo, fue primordial pasar juntos todo el tiempo posible. Hablamos mucho, lloramos todo lo que necesitamos, descargamos todas las emociones acumuladas para, finalmente, poder asumir (porque algo así nunca se llega a superar) el profundo cambio personal que nos ha supuesto esta tremenda experiencia. Hemos sufrido mucho con nuestra pequeña Luna, pero también hemos aprendido y hemos madurado como personas, y esto no hubiera sido posible sin una total implicación emocional. 

Sé que, aún hoy en día, muchos hombres se desentienden de estas tremendas situaciones y dejan que sus parejas atraviesen solas el dolor de la pérdida y el lento proceso del duelo. Incluso, conozco hombres que le han dicho a sus parejas cosas como “llora durante una semana, pero no más”. Quizás estos padres, por sus propias inseguridades y miedos, no son capaces de conectar con lo que sienten en esos momentos y prefieren ponerse una coraza frente a las emociones de la pérdida. Pero, también es cierto que cada vez somos más padres los que acompañamos a nuestra pareja en todos los procesos relacionados con la maternidad, incluyendo las pérdidas gestacionales y perinatales.

Como decía al principio, es obvio que la madre es la que más dolorosamente vive el proceso de la pérdida. Ella es la que más ayuda necesita y no es mi intención restarle protagonismo. Sin embargo, también es importante hablar y visibilizar la situación de los padres. Nosotros también sentimos cómo se desmoronan nuestras ilusiones y se tambalea todo nuestro Ser cuando perdemos al bebé que estábamos esperando.
Del mismo modo que reconocemos el valioso papel del padre como acompañante y sostenedor en todos los aspectos relacionados con la maternidad, también tenemos que darle el apoyo que necesita en momentos tan dramáticos como las pérdidas gestacionales y perinatales.

Reunión Grupo de Apoyo Niños del Agua: 15 de Febrero



Como cada mes, os ofrecemos nuestro acompañamiento, escucha y comprensión en nuestro ( vuestro ) grupo de apoyo presencial del Rincón de la Victoria.

Si deseais compartir vuestro dolor, experiencias o historias de vuestros preciosos Niños del Agua, os esperamos  el día 15 de Febrero, a las 17:00 h en Camino Viejo de Vélez ( C/ Lancelot ), número 65, Residencial Los Jarales, Bloque 7, ático A ( Al lado de la Comisaria de Policia ).

Cómo llegar: http://goo.gl/maps/Xb10X ( En el mapa pone C/ Pepa Flores, pero actualmente se llama C / Lancelot ) . Si teneis alguna dificultad para llegar podeis llamar al 675 13 86 91

Podeis confirmar asistencia o plantearnos vuestras dudas a través nuestro correo gruponinosdelagua@gmail.com o de nuestra página de Facebook http://www.facebook.com/NinosdelAgua

Os esperamos con mucho cariño.

Un fuerte abrazo

Elena, Ramón y Jasmin